lunes, 5 de marzo de 2007

RIO DRAGÓN - GANG

¡¡¡Chinita, chinita, tráeme pan!!

Nombre: Restaurante Gang Río Dragón
Tipo de cocina: China
Situación: Oblit, 3
Tlf.: 93 437 93 89
Precio: 70,71 euracos entre tres, hagan cuentas chinas...
Peculiaridad: Espectáculo con Magia.

Al tema: Cuenta un viejo monje chinurri que el rollito de primavera se inventó en mitad de un temporal tremendo en pleno inverno, por nostalgia de los tiempos soleados, las flores y las nínfulas (estaba salidísimo, el viejo, cual fullet tortuga).
Cuentan por ahí también que a la Salsa Agridulce le añadieron el vinagre sin querer, por que a la pequeña Misha se le cayó el vinagre este en el mejunje y se la hicieron comer para no tirarla y le gustó, játetu.
Y debería decir y digo que lo que acabo de contar es mentira.
Y que la mentira es sinónimo de engaño. Y el engaño en sí, bien pulido y políticamente correcto, es la magia. En alguno de sus aspectos cuanto menos.

La cuestión está en… ¿Qué tienen en común la magia, la estafa, la salsa agridulce y los rollitos de primavera?
Yo misma lo digo; Gang, Río Dragón!
Ahora se estarán preguntando… ¿Gang? ¿Eing? No, eing no, Gang. Y Gang es el nombre del restaurante Chino, conocido también como Río Dragón, al que fuimos el viernes… bueno, un viernes. Gang es el nombre del dueño del sitio, un antro normal (todo lo normal que pueden ser los antros chinurris, of coruse) con millones de fotos de gente bastante conocida, pseudoconocida y conocida en su casa a la hora de cenar con el chino este Gang. El Mago Gang Li. El señor Ganglio, para los colegas, que por lo visto, son bastantes, maestro incluido. (Inciso: Gangli en catalán es Ganglio, jurjur…jur.).

Resulta, yéndonos ya a la crítica pura y dura, que la peculiaridad del restaurante Gang es que el dueño, mientras cenas, te hace trucos de magia. Bueno, mientras cena se los hace a los demás, tu igual eres partícipe de alguno de ellos y acaba centrándose en ti cuando ya vas por los postres, por aquello de no molestar, entiendo…. Y la cosa es que si, hace trucos de magia. Es cierto. Los hace. Y realmente es bueno haciéndolos, los trucos, de magia.
En lo que no es tan bueno es en la cocina, ejem, ejem.
Creo que la magia, la verdadera, la que no tiene truco es la que está en el hachazo sin sangre que te pega con la cuenta, la virgen del pollo con almendras, nenes! Es como meterte en la caja esta mágica. Te pincha cual oliva en un dry martini sin matarte, pero dejándote seco, seco. Ejem.
A este restaurante fuimos El Rei del Tast, Mr.Ajikko y yo, lo dejamos para final de mes confiando en los supermenús económicos chinurris y nos la dieron con queso.
Miento.
Sin queso, que con era un suplemento más de sopotocientos euros.
Pedimos de primero unos entrantes típicos (ahí arriesgando) y ya valían, económicamente charlando, más que cualquier menú de medio día del típico “Jardín feliz”. Bueno.
Los entremeses eran cerdo con una salsa irreconocible conocida por ellos como “al estilo de mi maestro”, los típicos rollitos primaverales, alguna gamba rebozada tipo tempura pero rácana y con anorexia, pollo frito sin ramoncines mediante, que no eran monárquicos y el wang tu de toda la vida del dios chino; Los rollitos estaban secos y medio pasados, el cerdo igual. La gamba era algo que debías imaginarte… Todo bastante deplorable y sin un triste pan de gamba gratuito que llevarse a la boca para rellenar el hueco…
También pedimos tallarines tres delicias y bueno, los he comido mejores, para qué mentir.
En el segundo plato quisimos tirarnos el rollo (festival del humor) y disfrutar de algún plato típico que no comiéramos habitualmente así que atacamos el pato y el cerdo al estilo de mi maestro y yo, valiente de mí, pedí el Pollo al estilo Gang. Di que si.
Un trozo me comí, dos picoteé y el resto acabé por dejármelo.
El pato acabó siendo engullido totalmente, aunque sin pena ni gloria, más que nada por que las croquetas no se estilan en los chinurris y ya que se habían cargao al gato, qué menos que zampárselo... El cerdo, bien cortado pero con el mismo gusto que el del entrante (por eso supimos q era con esa salsa, je) tampoco fue acabado.
En fin, que el resultado fue una birria de comida, menos mal que la compañía era grata, que no rata, que eso era el plato del vecino de mesa. El postre, un mini café irlandés, fue lo más gracioso por lo ideal del tamaño, pero vamos…
El resultado acabó siendo un chino en el que lo más recurrente que tiene es que la magia del señor Gang es algo fascinante. Realmente. Que te clavan un pastón por verle hacer trucos de magia con las cartas, pero en tu cara y consiguiendo dejarnos a todos con la boca abierta.
Magia pura y dura, ciertamente.
Pero escasa.
Por tanto, aunque el espectáculo fue breve pero intenso, sentimos mucho tener que suspender el restaurante por que, como tal, fue un truño. Y estoy segura que ahora mismo, la Brujix debe estar aplaudiendo con las orejas nuestra decisión unánime de no volver nunca más de los jamases allí, por muy majos que fueran los del servicio y por el extra de la camarera-criatura endemoniada que daba un yuyu que paqué.
Y que no me queda otra que gritar…

¡Arriba los chinurris de menú de seis euros!

Nota general: Estamos entre el No volvería ni muertos de jambre, el Antes me voy al McGuarrisDonald o el Deficiente total III, pq la magia sí estuvo chachi. Un 3.

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